martes, 4 de abril de 2017
De los profesores que dejaron huella
D.E.P., querido Victoriano García Pilo.
El profesor de filosofía llevaba la “voz cantante”. Era a la vez docente de la materia especulativa y profesor de música. Creo recordar que también en alguna ocasión impartió clases de religión en sustitución del profesor titular. Pero quedará vinculado a los recuerdos de los antiguos alumnos como el profesor de música.
Mis primeros recuerdos sobre él me trasladan a una clase impartida, si no recuerdo mal, en el laboratorio de Ciencias, que en alguna ocasión se utilizaba para esta materia, por tener en él albergado un piano. Trataba el profesor de organizar el grupo en función de las dotes musicales de cada uno. A nivel individual íbamos saliendo, uno a uno a la palestra, para repetir la escala musical y así poder determinarse el soporte de nuestras diversas tonalidades. Él trataba de marcar la pauta trazando a cada alumno las referencias gestuales y acústicas que le facilitaran la reproducción del producto deseado. Sus exageradas muecas provocaban en un principio irritación o mofa. Parecía agredirte con los movimientos de su rostro. Arqueaba las cejas, fijaba la mirada abriendo espectacularmente sus enormes ojos que parecía iban a salírsele de los cuencos; esbozaba una expresión dura acentuándola con esforzados rictus de cartón piedra. Abría tan espectacularmente la boca que parecía te iba a engullir en el siguiente movimiento.
En tiempos posteriores he proyectado sobre él la imagen de la boa que se traga al elefante en El Principito de Saint de Exupéry
Y en las ferias de la ciudad donde hoy vivo, el espectáculo infantil de “La Tía Melitona”, zampando en un simulado juego a los niños que se atreven a meterse en su boca, me renuevan cada año el recuerdo de este inolvidable y querido profesor de mi adolescencia.
A pesar de sus gestos era todo bondad. Nos trataba con el esmero que necesitaban adolescentes sometidos a los cambios, en una edad henchida de dificultades, periodo trascendental para ir apuntalando los hitos y lanzarse a vivir una vida madura. Su asignatura de filosofía, que el diario de este 13 de noviembre me trae a la memoria, era un compendio de reflexiones para la vida. Esgrimía análisis y críticas agudas sobre los modos de existir y comportarse. Y a muchos de nosotros (recuerdo la pasión con la que consumía sus clases mi querido compañero Santamaría), nos facilitó referencias, para atrevernos a pensar de modo original y personalista.
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Adios Pilo por la grandísima estima que siempre le he tenido, a pesar de las broncas que me daba, siempre me pillaba a mi y nunca a Gaspar.
ResponderEliminarHacer relativamente poco tiempo pensé que seria de su vida, creía que era mucho mayor.
Descanse en paz