Conocido es, que una de las principales dificultades con las que se encuentra un adolescente, tiene que ver con las capacidades de organizarse, proponerse itinerarios, planificar metas a medio y largo plazo, etc. Al adolescente le mueve el “ya”, “el ahora quiero”, el “me apetece en este momento”. Desde su cabeza y raciocinio no es capaz de darse cuenta de que hay metas que se consiguen con la constancia, el sacrificio, el saber dar tiempo al tiempo, y sobre todo el saber distribuir ese tiempo, dedicando el esfuerzo necesario a cada empresa, en virtud de su respectiva importancia. Pero una cosa es el pensamiento y otra los hechos. Y al final por mucho que aparezcan los buenos deseos prima la tendencia de “lo que me pide el cuerpo”. Y el cuerpo, ya lo sabemos, se deja llevar por las sensaciones placenteras, la ley del mínimo esfuerzo o los reclamos inmediatos Harto de dejarme llevar por esos reclamos, un 6 de marzo de tiempo pasado, luchaba contra el devenir de mis apetencias adolescentes, tratando de poner orden en mi vida. Resolvía planificar mi tiempo de tal modo, que el resultado de mi esfuerzo a medio y largo plazo, no pudiera ser otro que el conseguir las metas de éxito exigidas por el estudio. Que ese era el primordial deber que me mantenía en aquella ilustre institución de internado. Y así me dispuse a distribuir tiempo adecuado a cada materia de las que tenía entre manos, previo el cálculo prorrateado de su dificultad, dividido entre el potencial que yo supuestamente poseía para cada ciencia respectiva...; en fin..., cálculos matemáticos que me hicieran llegar a la ecuación perfecta para conseguir el máximo nivel de rendimiento. Y así de esta guisa, derroché todo el día aprovechable, en una planificación imposible. De entrada, supuso, que en la práctica no hiciera nada. Aunque mucho me divirtió. Que en materia de divertimento nunca hay malos momentos. Pero también me ha quedado una sensación de fracaso y ahora me encuentro en busca del tiempo perdido
miércoles, 22 de febrero de 2017
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
Conocido es, que una de las principales dificultades con las que se encuentra un adolescente, tiene que ver con las capacidades de organizarse, proponerse itinerarios, planificar metas a medio y largo plazo, etc. Al adolescente le mueve el “ya”, “el ahora quiero”, el “me apetece en este momento”. Desde su cabeza y raciocinio no es capaz de darse cuenta de que hay metas que se consiguen con la constancia, el sacrificio, el saber dar tiempo al tiempo, y sobre todo el saber distribuir ese tiempo, dedicando el esfuerzo necesario a cada empresa, en virtud de su respectiva importancia. Pero una cosa es el pensamiento y otra los hechos. Y al final por mucho que aparezcan los buenos deseos prima la tendencia de “lo que me pide el cuerpo”. Y el cuerpo, ya lo sabemos, se deja llevar por las sensaciones placenteras, la ley del mínimo esfuerzo o los reclamos inmediatos Harto de dejarme llevar por esos reclamos, un 6 de marzo de tiempo pasado, luchaba contra el devenir de mis apetencias adolescentes, tratando de poner orden en mi vida. Resolvía planificar mi tiempo de tal modo, que el resultado de mi esfuerzo a medio y largo plazo, no pudiera ser otro que el conseguir las metas de éxito exigidas por el estudio. Que ese era el primordial deber que me mantenía en aquella ilustre institución de internado. Y así me dispuse a distribuir tiempo adecuado a cada materia de las que tenía entre manos, previo el cálculo prorrateado de su dificultad, dividido entre el potencial que yo supuestamente poseía para cada ciencia respectiva...; en fin..., cálculos matemáticos que me hicieran llegar a la ecuación perfecta para conseguir el máximo nivel de rendimiento. Y así de esta guisa, derroché todo el día aprovechable, en una planificación imposible. De entrada, supuso, que en la práctica no hiciera nada. Aunque mucho me divirtió. Que en materia de divertimento nunca hay malos momentos. Pero también me ha quedado una sensación de fracaso y ahora me encuentro en busca del tiempo perdido
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encoñntrarás el tiempo perdido, pero no lo vas a recuperar.. solo se me plantea una cuestion. ¿realmente se pierde el tiempo?
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