viernes, 10 de marzo de 2017

De cabeza, dolores de cabeza






Visto a tan larga distancia (han pasado tantos años...) el dolor de cabeza de aquel día ha pasado a la historia. Parece tan banal que un diario refleje un dolor de cabeza como el acontecimiento de ese día que me siento predispuesto a pasarlo sin prestarle ninguna atención. Cualquier otro acontecimiento, aunque fuera relacionado con pensamientos o modos de ver la vida, sueños o proyectos ilusorios, dejaron mayor huella que un dolor de cabeza, a pesar de que este hecho, por su consistencia física, es una realidad más tangible que ideas y fantasías.


De hecho, ¿puedo afirmar que existió ese dolor de cabeza?. O en realidad se trataba de un escudo protector o una proyección de otras dificultades o dolores morales que me atenazaban en aquel tiempo. Con el paso de los años he podido comprobar que gran parte de las dolencias físicas vienen causadas por disfunciones de otro tipo. Hay tantas situaciones que nos afectan de modo global en nuestra existencia y que nos provocan dolencias en el organismo... El stress, los hábitos malsanos, el desasosiego, las dificultades económicas, los problemas con los hijos, los problemas con los compañeros de trabajo, la falta de trabajo, la soledad, el fracaso con la pareja, la tensión de una entrevista, la falta de iniciativa, la autoestima baja, los ruidos ambientales, la falta de amor, el desamor como herida profunda, la tendencia a tener aversión a los otros, los lunes...La lista sería interminable. Y termino con la sensación de que, lejos de considerar lo del dolor de cabeza como un acontecimiento banal, habría que considerarlo como lo más relevante de nuestra existencia. Existir, en cierto modo, es un gran dolor de cabeza.

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