jueves, 16 de marzo de 2017
Veladas de luz y entusiasmo
Este viernes, venía cargado de
expectativas e intrigas. Al día siguiente, sábado, estaba programada una de las
muchas veladas que se organizaron en Calatrava, en los años en los que yo
estuve interno. Realmente disfrutábamos de estos eventos festivos que nos
trasladaba a un espacio mágico, cargado de efectos luminosos y acústicos
especiales, y aderezados con elocuente creatividad.
Sobre todo, constituían un aliciente
de extraordinario interés para aquellos que llevábamos en nuestras venas la
llamada de artista o el hormigueo creativo de las musas. Algunos, entre los que
me encontraba, aprovechábamos estas circunstancias, para escribir un sainete,
algún teatrillos, un sket, o cierta historia con tintes de divertimento, que
pudiera ser representada. También nos investíamos de insignes rapsodas para
recitar sobre el escenario, acompañados de los arpegios de una guitarra o bajo
la armonía de las notas de un piano, algún poema propio o de poetas más o menos
conocidos, elegido para la ocasión. Han pasado muchos años y todavía resuenan
en mis oídos algunos poemas que tuvieron sus momentos de gloria:
"Tu conoces al Piyayo?
Un hombrecillo reseco, chicuelo,
La mirada de gallo pendenciero,
Un hocico de raposo tiñoso,
Que pide limosnas por tangos
Y mastica cantando fandangos gangosos..."
"A veinte leguas de Pinto,
y treinta de Marmolejo
existió un castillo viejo
que construyó Chindasvinto..." (...)
Estas veladas ofrecían también la
oportunidad de exhibirnos cantando o bailando. Bien fuera haciendo gala de las
habilidades personales, mostrando dotes de cantautor o intérprete; o en otras
ocasiones, participando con otros en exhibiciones grupales.
En mi caso, la mayoría de las veces,
pretendía participar en todas las modalidades posibles. Por eso, en mi diario
de este día, queda escrito este testimonio: “En líneas generales esta tarde ha
sido de mucho trabajo. He ido de ensayo en ensayo para la velada de mañana.
Tengo la garganta muy irritada. Supongo que mañana seguirá el jaleo.
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